Nací viejo. Sin embargo, debo reconocer que esta es una visión sesgada del
asunto. Lo es porque no nací hoy, ni en el transcurso de los últimos días. Soy
injusto con quien era cuando nací. Aún, puede que sea injusto con todos los que
soy hoy. Como me recuerdo, nací viejo. No tengo más prueba que la primera
fotografía de mi vida. No tenía dientes, ni caja de dientes, ya traía la piel
arrugada y los ojos pequeños, como cansados. Pero sigo siendo injusto. En esa
fotografía tengo una mueca de sonrisa. Nadie sonríe cuando nace. Como es lógico
y es debido, lloré. Pero justo ahí, parezco riendo. De esto no tengo más prueba
que mi recuerdo de la primera fotografía. La humedad dio cuenta de ella, no sé
si aún exista. En últimas, parece que no tengo pruebas para demostrar que nací
viejo y cansado, pero con una sonrisa en la cara. Me queda un último recurso: quien soy hoy, aun viejo, aun cansado… aun sonriendo.
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