jueves, 26 de noviembre de 2009

Mentir, ocultar o callar... formas de censura indirecta (II)

2. Contexto de la prensa colombiana

Los medios de comunicación en Colombia surgen tardíamente en relación a otros países del continente. La radio llega en la ruptura entre Hegemonía Conservadora y República Liberal. En 1929 se inaugura la primera radiodifusora oficial, la HJN, casi 15 años después de que se comenzara a construir la infraestructura necesaria para ello y después de esto se convierte en un medio notoriamente influyente en la vida nacional. La televisión llega durante el gobierno de facto del General Gustavo Rojas Pinilla. Con poca cobertura y popularidad en sus primeras décadas, la televisión es hoy el medio de mayor alcance, cobertura y popularidad a nivel nacional. Los nuevos medios ligados a la Internet tienen desarrollo en el país desde finales de la década de los 90’s y actualmente se encuentran en su mejor momento, pero distan bastante de ser determinantes para la cotidianidad de la mayoría de las personas. Por otro lado, la prensa escrita se remonta al siglo XVIII, con la publicación de la Gaceta de Santa fe en 1871 y con ella comienza una larga e importante historia.

La prensa escrita desde sus comienzos fue de carácter explícitamente ideológico y partidista, y en sentido menos amplio pero no menos importante, intelectual. Los diarios y publicaciones tenían filiaciones e intenciones claras de acuerdo a sus fundadores, y estas estaban ligadas fuertemente a la militancia. Hoy los medios de comunicación siguen manteniendo una posición editorial y tendencia política, pero con mayor independencia.

La prensa escrita logró permear todos los niveles de la vida social colombiana mucho antes que los demás medios. Sin embargo con la llegada de la radio, y posteriormente de la televisión, su papel protagónico se volvió difuso, llegando a pensar incluso en su desaparición. Pero hoy, casi 80 años después sigue vigente, y aunque su circulación es limitada en relación con la televisión y pequeña en proporción con la población total del país, sigue teniendo un papel fuerte en la vida y opinión pública nacional.


2.1 Antecedentes de censura


Bajo la Constitución Política de 1886

[1], específicamente bajo el artículo 121, el país estuvo casi permanentemente en estado de sitio, bajo el cuál el presidente obtenía facultades legislativas especiales con motivo de guerra exterior o de una turbación grave del orden público. Especialmente después de 1949 cuando la realidad política colombiana y su conflicto adquirieron nuevas proporciones con La Violencia, con la presidencia de Rojas Pinilla y con la instauración no oficial del Frente Nacional, con la aparición de las guerrillas de izquierda y las fuerzas paramilitares de derecha y posteriormente del narcotráfico, el estado de sitio se convirtió en una constante.

Esa misma constitución consagraba en su artículo 42 que “La prensa es libre en tiempo de paz; pero responsable, con arreglo a las leyes, cuando atente a la honra de las personas, al orden social o a la tranquilidad pública”, y el artículo K del título XXI “Disposiciones transitorias” decía que “mientras no se expida la ley de imprenta, el Gobierno queda facultado para prevenir y reprimir los abusos de la prensa”. El espíritu “regenerador” que promulgó ésta constitución no reconocía el papel de la prensa y la importancia de que esta fuera completamente libre. La censura estaba constitucionalmente permitida, especialmente en estado de sitio.

Durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) el discurso de la seguridad nacional tomó fuerza. En respuesta a los movimientos rebeldes de las dos décadas inmediatamente anteriores se proclama por medio del decreto 1923 de 1978 el controvertido “Estatuto de seguridad”. En 1979 Luis Carlos Galán, entonces periodista presentó un “Informe sobre el derecho de informar y ser informado: delitos de opinión y censura a los medios de comunicación en Colombia”. Con respecto al surgimiento del “Estatuto de seguridad” dice:

En diciembre de 1977 los altos mandos militares dirigieron al presidente López Michelsen una enérgica comunicación en la que afirmaban que el problema de la inseguridad no podía ser contenido "dentro de los moldes jurídicos clásicos". Se quejaban de las campañas de prensa contra la institución militar y exigían "nuevamente al gobierno que dicte el procedimiento de emergencia medidas adicionales" para garantizar la honra de los militares y la seguridad de los ciudadanos. Este pronunciamiento militar fue el antecedente más inmediato del "estatuto de seguridad" dictado luego por el gobierno del presidente Turbay Ayala.
[2]

El “estatuto de seguridad” desde su origen hasta su aplicación fue una medida fuertemente coercitiva. Entre las acusaciones existen torturas, amenazas, detenciones ilegales, etc., además provoco el exilio de varios intelectuales del país. El estatuto incrementaba las funciones de las fuerzas Armadas en detrimento del poder jurisdiccional. La prensa no fue ajena a estas medidas de parte del gobierno. Para entonces estaba vigente la Ley 51 de 1975
[3] “por la cuál se reglamenta el ejercicio del periodismo y se dictan otras disposiciones” que limitaba seriamente el ejercicio del periodismo al pretender caracterizar quienes eran y quienes no eran periodistas (artículos 2 y 3), multándolos además por no acogerse a ella (artículo 7). Sin embargo, el artículo primero dice:

Reconócese como actividad profesional regularizada y amparada por el estado, el ejercicio del periodismo en cualquiera de sus formas.
El régimen de la protección del periodista tiene, entre otros, los siguientes objetivos:
Garantizar la libertad de información, expresión y asociación sindical, defender el gremio y establecer sistemas que produce el periodista seguridad y progreso en el desempeño de sus labores

La pretensión de la ley parte de la protección y el reconocimiento del ejercicio periodístico. Incluso en ella se consagra el 9 de febrero como día nacional del periodista (artículo 14), pero su existencia implica una regulación no deseada ni necesaria para un oficio que en países tan provinciales como Colombia se suelen ejercer de forma amateur.

Galán dice también que “Las experiencias de la censura hace 25 o 30 años, cuando en todo órgano de expresión se ejercía un control gubernamental directo de cuanto se publicara o divulgara en los medios de comunicación han sido sustituidas por otro tipo de censuras y autocensuras menos francas y a veces más eficaces”, haciendo referencia desde entonces a la existencia de formas sutiles de censura.

Un ejemplo de la persistencia de las formas de censura acaece en 1985. Durante la retoma del palacio de Justicia en noviembre de 1985, la entonces ministra de comunicaciones, Noemí Sanín, ordena a los medios no pasar información acerca de lo que está sucediendo al interior del Palacio de Justicia. Esto tan solo 6 años antes de la proclamación de la constitución política de 1991.

El “Estatuto de seguridad” fue derogado durante el gobierno de Belisario Betancur por el Congreso de la República.


2.2 Las “nuevas formas de censura” en el contexto de conflicto colombiano

La censura queda eliminada de la legislación nacional por el artículo 20 de la Constitución Política de 1991 que dice tajantemente que “no habrá censura”. Este artículo está apoyado por el 73, que dice que “La actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independencia profesional”, además los artículos 74, 75, 76 y 77 que hacen otras consideraciones sobre el acceso a la información de interés público y el manejo del espectro electromagnético.

En cifras generales de la Fundación para la Libertad de Prensa

[4], tan sólo en 2004 hubo 80 violaciones a la libertad de prensa (amenaza, trato inhumano o degradante, obstrucción al trabajo periodístico, atentado contra infraestructura o exilio, arresto o detención ilegal, herido en cubrimiento) con 97 víctimas. Para 2005 se registraron 103 violaciones con 124 víctimas. En 2006, 140 violaciones a 166 víctimas. Para 2007 el dato es de 162 violaciones con 261 víctimas. El dato más reciente, de 2008 indica que hubo 130 violaciones y 181 víctimas de éstas. Esto sólo son el registro de los datos plenamente informados y confirmados. A parte de que se pueden evidenciar incrementos en los números con cada año (a excepción de 2008), estos datos evidencian un hecho: pese a la no censura proclamada en la constitución de 1991, en Colombia sí hay censura. Esta constitución eliminó la oficial, pero la censura no sólo proviene del Estado. Estas violaciones se dan en el marco de un conflicto interno armado. Además, aunque está eliminada formalmente, se siguen presentando violaciones por parte de funcionarios y entidades públicas.

El periodista y profesor universitario Juan Gonzalo Betancur
[5] sostiene que, en el contexto violento colombiano, el manejo de la información en el país se está dando en “contravía” a la tendencia internacional, pero que sin embargo progresivamente se tiende a adoptar las prácticas internacionales. Mientras que generalmente se busca evitar que salgan imágenes de muertos y heridos, aquí por el contrario hay que mostrarlos porque hay que demostrar que la guerra se está ganando. Ejemplo de esto es el espectáculo mediático alrededor del cuerpo de Alias ‘Raúl Reyes’, jefe guerrillero de las FARC abatido en territorio ecuatoriano el primero de marzo de 2008. Mientras que a nivel internacional suele restringirse el tránsito de periodistas por ciertas zonas, en Colombia se es relativamente permisivo con esto, aunque Betancur anota que aquí los periodistas no van a zonas de conflicto no por restricción oficial sino por cuestiones de autocensura o determinaciones de los medios. Sin embargo, en repetidas ocasiones, la presencia de periodistas en zonas de conflicto durante operaciones de liberación de secuestrados por las FARC, ha generado escaramuzas entre altos mandos militares, incluyendo al Presidente de la República, con sectores de la prensa nacional.

Con respecto a las nuevas formas de censura, Betancur dice que son frecuentes “las presiones indebidas escondidas como ‘recomendaciones’ o ‘sugerencias’ a los reporteros o llamadas privadas a los directores de periódicos o estaciones de radio y televisión para solicitar que una información no salga o aparezca matizada como las instituciones del gobierno o las Fuerzas Armadas quieren”
[6]. Allí radica la naturaleza de las formas de censura sutil. Juan Gonzalo Betancur[7] hace referencia a la autocensura, y al mismo tiempo incluye una nueva categoría no mencionada por el informe de la ADC: La uniformidad en la información o “monocromía informativa”. Considera como una nueva forma de censura el hecho de que los enfoques, las fuentes, los tratos de la información sean tan parecidos sobre todo en los medios hegemónicos. Esto hace que pierdan carácter democrático y pluralista, y por el contrario contribuyen a una única interpretación de una realidad tan compleja y difícil de entender como la actual, además ayuda a la progresiva desaparición de medios y espacios periodísticos por motivos económicos, es decir, aquellos que buscan mostrar la realidad bajo perspectivas diferentes no encuentran asidero dentro de la opinión pública. El profesor Betancur reconoce también las nuevas formas de censura relacionadas con problemas financieros, que tienden a modificar o influenciar los contenidos de los medios.

Las dos conclusiones del análisis realizado por Juan Gonzalo Betancur son las siguientes
[8]: En primer lugar la información –a nivel mundial- no está siendo restringida por las normas de regulación y responsabilidad propias de los medios y los periodistas sino por políticas de restricción de los estados. Y en segundo lugar, el cubrimiento del conflicto y el manejo de la información en Colombia tienen peculiaridades que llevan a pensar que la guerra de nuestro país esta siendo cubierta en “contravía” informativa, sin calificar este hecho como bueno o malo.

La Asociación por los derechos Civiles, organización no gubernamental argentina, realizó en 2008 un estudio en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, Perú y Uruguay sobre diferentes formas de censura indirecta en América Latina –esos países particularmente- llamado El Precio del Silencio. Allí evidencia la existencia de persistentes y crecientes violaciones a la libertad de expresión y de prensa por medios no tradicionales relacionados en su mayoría de veces con la asignación de pauta oficial. Estas son agrupadas en 3 categorías: Abuso de fondos públicos y monopolios, abuso de la autoridad regulatoria y de inspección y presiones extralegales. Los abusos en cuestión se dan tanto a nivel nacional como local, y debido al funcionamiento descentralizado de la mayoría de entidades públicas, se da de manera independiente.

“Irma Villalobos y Judith Osorio, ejecutivas del departamento de marketing del semanario El Espectador, de Bogotá, confirmaron que ciertos organismos del gobierno nacional han retenido publicidad en respuesta a alguna información publicada que no fue de su gusto”
[9]. Los medios suelen tener separadas la parte comercial y la parte periodística, por lo que una no debería interferir con la otra. Sin embargo los periodistas llegan a recibir “sugerencias” personalmente, o en los medios de nivel local o regional trabajan al mismo tiempo como periodistas y como vendedores de pauta. Esa independencia entre lo comercial y lo informativo es una falacia.

El informe cita varios ejemplos puntuales en el país. Todos ellos demuestran que en las tres categorías y en los diferentes casos enumerados existen violaciones, desde los funcionarios públicos de menor rango hasta el Presidente de la República. Estas presiones recaen sobre todos los medios, sin importar cuál sea su tendencia, desde los hegemónicos hasta los comunitarios ven como su actividad ha sido fuertemente coartada de manera sutil pero eficaz. Lo preocupante es la falta de movilización e información que hay sobre esto, porque indica indiferencia o una nueva forma de autocensura, mucho más grave que las anteriores.

En junio de 2008 hubo comentarios al interior de diferentes medios y facultades de comunicación debido a un manual de estilo que estaba siendo preparado desde la Secretaría de Prensa de la Casa de Nariño, con la intención de unificar criterios en sus colaboradores y funcionarios. La preocupación surgió con la propuesta de “regalar” el manual a las facultades de comunicación del país y las protestas no se hicieron esperar. Mario Morales, director del programa de Periodismo de la Universidad Javeriana dijo para El Espectador que “es a todas luces una forma endulzada o disfrazada de censura y de intento de control del ejercicio profesional, con la carga del lenguaje de la seguridad democrática. Que lo guarden y lo usen en beneficio propio y que la platica de los regalos la dediquen a la educación de los analfabetas”
[10], Este ejemplo, y teniendo en cuenta la relación hostil del presidente Álvaro Uribe con la prensa, reafirma la tesis de que las formas de censura indirecta o nuevas formas de censura se mantienen en el país en todas sus instancias, además demuestra que ha habido acciones no tan sutiles. Con respecto a estas acciones, Juan Gonzalo Betancur anota que:

Ese tipo de políticas impiden que la prensa ayude a la formación de una opinión pública bien informada, pero han dado buenos resultados a los intereses políticos de los gobiernos y de los ejércitos cuando las han usado. Cuando han librado guerras que, como las del mundo actual, cada vez tienen más batallas en el territorio de los medios masivos de información.
[11]

Con respecto a la realidad de conflicto colombiano y en relación con las acciones que terminan por acallar las distintas voces de la prensa, dice Betancur que “una ciudadanía que desconoce los horrores de la confrontación, que no ha visto las atrocidades que se cometen en un campo de batalla, se convierte entonces en una opinión pública que no cuestiona las decisiones gubernamentales de embarcarse en una aventura militar”
[12]. Pero ese campo de batalla no se encuentra solamente en el conflicto bélico. Las batallas en Colombia se dan en cada esquina, porque más allá del conflicto armado, la problemática en Colombia es esencialmente social.


[1] http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/68062733439359617422202/p0000001.htm Constitución Política de 1886. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
[2] LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA. 25 AÑOS. ITINERARIO DE UNA HISTORIA. SUÁREZ, Jesús Aníbal y otros. “Informe sobre el derecho de informar y ser informado: delitos de opinión y censura a los medios de comunicación en Colombia” GALÁN, Luis Carlos. 1979
[3] http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-104799_archivo_pdf.pdf Ley 51 de 1975.
[4] http://www.flip.org.co/secciones/rap/cifras_grales.htm Cifras generales. fundación para la Libertad de Prensa.
[5] “Colombia, una guerra en ‘contravía informativa’”. BETANCUR, Juan Gonzalo. En: Reflexión política. Vol. 4, Nº 8 (Dic)

[6] Ibíd. P. 127
[7] Ibíd. p. 129
[8] Ibíd. p. 133
[9] EL PRECIO DEL SILENCIO: ABUSO DE PUBLICIDAD OFICIAL Y OTRAS FORMAS DE CENSURA INDIRECTA EN AMÉRICA LATINA. Buenos Aires: Asociación por los Derechos Civiles; New York: Open Society Institute. 2008. p. 41

[10] http://www.elespectador.com/impreso/politica/articuloimpreso-de-presidencia-los-periodistas?page=0,0 “De: Presidencia, para: periodistas” El Espectador. Bogotá. 7 de junio de 2009.
[11] “Colombia, una guerra en ‘contravía informativa’”. BETANCUR, Juan Gonzalo. En: Reflexión política. Vol. 4, Nº 8 (Dic) p. 134.
[12] Ibíd. P. 121

domingo, 22 de noviembre de 2009

22 de noviembre, día del músico

Una mujer se hace en un rincón a “cantar a Dios con su corazón” mientras, en su matrimonio, tocan los músicos. Esta es parte de la historia de Santa Cecilia, cuya fiesta se celebra el 22 de noviembre. Por este hecho se le considera patrona de los músicos, y el día ha pasado a ser reconocido como día del músico.

La verdad no tengo mucho por decir. Hoy fue el día del músico y la música me ha hecho vivir bastantes experiencias que recuerdo con cariño y conocer cosas y personas inolvidables, conocer el amor dentro del amor es un buen ejemplo.

No desearé un feliz día a nadie. La música hace que todos los días estén llenos de sensaciones. Un día uno quiere tirarse de un puente, al otro quiere morir de pasión y al otro quiere salvar el mundo. La música nos transporta por dimensiones cromáticas infinitas, nos mueve por dentro y por fuera. Es sólo que comience a sonar una buena conga, o en su defecto una batería, y ya comienza a levantarse el pie, a subir y a bajar al ritmo, y el cuello se vuelve autónomo y la cabeza se deja llevar. En algunos más atrevidos la cadera se vuelve un estallido de movimiento. En otros más introvertidos el corazón baila sin sentido.

Músico quien toma una armónica por primera vez, quien toca saxo en la oriental para sobrevivir, quien cuenta su historia a través del rap, quien explota en el sabor de los bongoes o en la belleza de un cello. Músico es todo aquel que sepa templar el corazón y afinar los sentidos, para despertar los poros y transmitir sensaciones a metros de distancia. Un músico es sensible, es atrevido, es calculador e inteligente. Músico es quien se atreve a vivir, de la forma que sea, por que sí.

En cada rincón, cada pared, cada balcón, cada tarima o cada escenario que las notas se deslicen como seda en el aire, que choquen contra los tímpanos queriendo reventarlos de dicha, allí habrá vida, porque yo insisto, ¿Qué es la música sino una cuota de vida en medio de la muerte?

¡Bendita sea!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Mentir, ocultar o callar... formas de censura indirecta

Primera parte de un trabajo final...
“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”
Albert Camus
1. De periodismo, medios y sociedad

El surgimiento y desarrollo de las diferentes formas de comunicación e información, hoy conocidas como medios, represento un avance muy importante para las sociedades en la modernidad y contemporaneidad. Después de la invención de la imprenta de Gutenberg (1450) la difusión del conocimiento y de las ideas se masifico hasta tomar un papel protagónico en la sociedad, ayudando a romper paradigmas hegemónicos en las diferentes esferas de la vida pública. Los medios de comunicación e información no fueron ajenos a esta masificación y por el contrario se vieron fuertemente beneficiados, surgiendo nuevas perspectivas para un oficio que apenas surgía: el periodismo.

El periodismo occidental como lo conocemos hoy, con todas las variables que haya adquirido, es hijo del periodismo hecho en los diarios de Estados Unidos durante el siglo XX, cuando los “muckrakers”[1] comenzaron a buscar nuevas y mejores historias y a desarrollarlas de nuevas formas. Un gran hito dentro de este periodismo norteamericano fue el caso Watergate en 1972, en que los periodistas Carl Bernstein y Word Woodward del diario Washington Post ayudaron a revelar el gran escándalo en que miembros del cuerpo de Gobierno del entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, habían interceptado comunicaciones de miembros de oposición e intelectuales para favorecer la reelección presidencial de Nixon, quien finalmente tuvo que dimitir de su cargo.

Lo que Watergate representa para el periodismo es su ubicación y reconocimiento en las sociedades, para algunos como un “cuarto poder”, para otros un poder independiente. Más allá de esto, y con una visión más global, la prensa ha adquirido papeles muy relevantes conjuntamente con el desarrollo de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC’s) en la conformación de lo que hoy se conoce como Sociedad de Información. Estas se han planteado grandes retos en su vertiginoso desarrollo en aras a humanizar y democratizar cada vez más la información como bien público.
[2]

El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos realizada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1948, dice que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundir, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”
[3]. Desde allí queda oficialmente consagrado el papel de los medios de comunicación y del derecho a la información en las sociedades, esencialmente en aquellas autodenominadas como democráticas. Sin embargo, las dinámicas particulares de cada país, han llevado a que este derecho, junto con otros similares proclamados en otras instancias nacionales e internacionales, sean fuerte y sistemáticamente vulnerados.

Los medios han adquirido nuevos espacios y proporciones. Y sólo hasta ahora esas dimensiones comienzan a ser reconocidas y legitimadas. Hans Reitzel
[4] considera tres dimensiones para el análisis de los medios de comunicación: La ontológica, la sociológica y la estratégica-operativa. Con respecto a la primera, Marshall Mc Luhan, citado por Reitzel, dice que “los medios, al modificar el ambiente, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones únicas. La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo”. Se entiende entonces que la comunicación es una necesidad inherente de la especie humana y por consecuencia, los medios de comunicación también hacen parte de esa naturaleza en la interacción y en la construcción de identidad y desarrollo. La dimensión sociológica obedece a una lógica sistémica de los medios de comunicación en la cuál los medios tienen una relación bidireccional con el sistema en que se encuentran. Dependen de él al mismo tiempo que lo influyen constantemente. Bajo esta misma perspectiva los medios representan, reconocen y median entre los procesos y los actores sociales. Y la tercera dimensión, la estratégica-operativa se refiere más directamente a los procesos de mediación de los medios de comunicación. Procesos que son educativos, que interceptan conflictos sociales a favor o en detrimento de su solución. Los medios se convierten en una instancia socializadora, escenario de lo real y de lo imaginario.

Dice también Reitzel, ubicándose a sí mismo como consumidor de medios, que “el medio no solamente me presenta representaciones de esta realidad que es también la mía, sino que al mismo tiempo selecciona estas representaciones, las ordena, les da un rumbo y un significado”
[5]. Estas representaciones deben ser de carácter público, deben ser sociales en la más amplia concepción y deben mantener los intereses generales como bien de interés común. Sin embargo, al ser un bien, y sobre todo, por su poder real y potencial, la información comienza a entrar en litigios, más aún en contextos especialmente inestables y problemáticos. Dice María Eugenia García, también citada por Reitzel que “en conflictos internos hay una relación mucho más compleja y cercana entre los medios y los actores directa o indirectamente involucrados, relación que implica por un lado un menor espacio para las restricciones informativas y por otro lado un mayor espacio para las presiones y las controversias”[6].


1.1 Después de la censura, la censura indirecta o “nuevas formas de censura”

En sentido estricto, la censura es la aprobación o negación legal por parte de entes gubernamentales de un discurso o escrito antes de su publicación y bajo riesgo de prohibición. Con respecto a la prensa, y en un sentido más amplio, la censura son todas las acciones realizadas por algún actor -especialmente el oficial- para evitar o prohibir la publicación de cualquier discurso periodístico con motivo de intereses políticos, sociales y sobre todo, económicos. Estas acciones son directas, es decir, son públicamente reconocidas como censura por parte del ente censor y tienen incidencia directa sobre el actor o la información censurada.

De acuerdo con el artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos y con la legislación propia de cada país (en el caso de Colombia, el artículo 20 de la Constitución Política), la censura va en detrimento de los derechos fundamentales de las personas, al coartar no sólo la libertad de expresión sino también la libertad de fundar medios, de ser informado, la libertad de cultos, la libertad de conciencia y en consecuencia, en contra de los derechos humanos fundamentales. Es por esto que gran parte de los países que se declaran bajo regímenes democráticos la han abolido total o parcialmente de su sistema político y de su legislación, llegando a prohibirla incluso en situaciones de excepcionalidad. Sin embargo, esto ha generado que, obedeciendo a los intereses particulares prevalecientes, se generen nuevas formas de censura, que por su naturaleza son conocidas también como censura indirecta.

El colectivo Censura Indirecta, conformado por periodistas, activistas y abogados de América Latina dice que "El abuso de facultades regulatorias o la manipulación de fondos públicos con el objeto de premiar o castigar a los medios son algunas de las formas 'sutiles' de censura que se encuentran prohibidas por distintos pactos nacionales, y constituyen una violación indirecta de la libertad de expresión"[7]. Es decir que la censura indirecta es esencialmente de orden oficial, sin embargo esas "facultades regulatorias" no son exclusivas de los estados y los gobiernos, sino que obedecen a todos los factores reales de poder, es decir, tanto potencias hegemónicas en lo económico y lo político -no estatales- como actores sociales de conflictos diversos,

El área de trabajo por la libertad de expresión de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), organización no gubernamental argentina, dice sobre la censura indirecta que “existen una serie de formas sutiles y poco visibles de interferir en la libertad de expresión. La utilización de la publicidad oficial como premio o castigo a la línea editorial de los medios, las concesiones arbitrarias de las licencias de radiodifusión y las coacciones fiscales discriminatorias son algunas de ellas”
[8]. En esta definición se sigue vislumbrando el papel estatal en las diferentes formas de censura indirecta, pero alcanzando una nueva connotación. La censura indirecta que emana del Estado esta dada por esas “facultades regulatorias”, ya que es éste quien otorga licencias de funcionamiento a los diferentes medios de comunicación, esto en primera instancia. En segunda instancia, esta dada por la influencia de la publicidad.

En la actividad económica de los medios, una de las principales fuentes de sostenimiento es la proveniente de la pauta, tanto privada como oficial. Las dos son selectivas en cuánto a los medios en que se venden, sin embargo, en los dos casos, el otorgar más o menos pauta a uno u otro medio implica favoritismos y sobre todo manipulación directa o indirecta de los contenidos de este medio que afectan directamente a la entidad pautante. La información, que debería ser de carácter democrático pierde allí su naturaleza, y el papel controlador de los medios se difumina en medio del trasegar cotidiano y la dicotomía entre la responsabilidad y “la papa”[9]. A este respecto, en la página del colectivo Censura Indirecta se afirma:

"La distribución arbitraria de publicidad oficial es un mecanismo de censura "sutil" que permite a los gobiernos beneficiar o castigar a periodistas y medios de comunicación según sus líneas editoriales. La pauta estatal debería funcionar como una herramienta de difusión legítima de las actividades estatales, y como una vía de comunicación entre el Estado y los ciudadanos. Sin embargo, muchas veces es utilizada con fines de propaganda electoral o para impulsar la imagen de funcionarios y políticos"[10]

En este sentido, la pauta oficial se convierte en un premio o un castigo a los periodistas por nombre propio o a los medios en conjunto. Sin embargo hay dos hechos a tener en cuenta.
Primero, la utilización de la pauta con fines propagandísticos es controlada o prohibida para evitar los excesos de parte de los funcionarios públicos a favor de sus gestiones, pero no se ve como una forma de censura a la prensa. Es decir, la prohibición no busca proteger la libertad de los medios sino evitar extralimitaciones de los funcionarios públicos. Sin embargo, -este es el segundo hecho- como ya se dijo, estos posibles excesos no sólo afectan a los pautantes -positivamente en la mayoría de los casos-, sino que se vuelven premios y castigos a los medios dependiendo de su línea editorial y/o de su agenda informativa.

La ADC[11] hace la siguiente tipificación en los abusos relacionados con la publicidad oficial:
  • Uso indebido de la publicidad oficial para condicionar contenidos.
  • Pagos por publicidad efectuados directamente a periodistas.
  • Asignación discriminatoria de publicidad oficial a medios favoritos y aliados políticos.
  • Utilización de la publicidad oficial con fines propagandísticos.

Aunque los gobiernos nacionales, regionales y locales tienen cabezas visibles en la figura ejecutiva, los abusos cometidos en detrimento de la calidad de la información y buscando la favorabilidad de tal o cuál personaje no provienen siempre de esas figuras. En muchos casos son funcionarios medios o de menor rango los que, de voluntad propia o por simple ignorancia cometen las arbitrariedades mencionadas.


Un caso en que es la figura visible la responsable de las irregularidades es el del gobernador del departamento del Valle del Cauca, Juan Carlos Abadía, que desde enero del presente año ha venido haciendo campañas llamativas y agresivas de propaganda a nivel nacional para mostrar su gestión. Con esto ha logrado convertirse en el Gobernador con mayor popularidad de Colombia, pero al mismo tiempo se ha metido en un gran lío mediático porque no ha podido justificar los multimillonarios gastos en esas campañas, que han incluido por ejemplo cuñas diarias en las principales emisoras radiales de carácter nacional y regional. Lina Marcela Marín Moreno, en artículo para La silla vacía

[12] publicado por el colectivo Censura Indirecta[13] dice:


"Un decreto del Ministerio de Hacienda, que regula la publicidad oficial, deja claro que las entidades oficiales “no podrán en ningún caso difundir expresiones de aplauso, censura, solidaridad o similares, o publicitar o promover la imagen de la entidad o sus funcionarios con cargo a recursos públicos”. Una norma que Abadía no ha respetado".


Pese a esto, la publicidad oficial no es la única forma en que se manifiestan las formas sutiles de censura. Existen otras prácticas recurrentes en los gobiernos latinoamericanos también analizadas y tipificadas por la ADC

[14]:

  • Presiones a periodistas y dueños de medios para modificar los contenidos.
  • Negativa de acceso a las instituciones y a la información pública como represalia.
  • Asignación inequitativa de licencias de Radio y TV.
  • Otras formas de censura financiera.


Todos estos abusos coartan de manera indirecta y sutil –aunque por ello no menos efectiva- la libertad de prensa, en especial la de aquellos medios que se presentan como críticos frente a los gobiernos de turno. Generan presiones sobre los directores, administradores y periodistas del medio que llevan a que cada uno o todos en conjunto se autocensuren sobre temas que pueden generar conflicto o debate que afecte directa o indirectamente los intereses de los pactantes, oficiales y privados. La selectividad en la pauta, y las distintas formas de censura indirecta también dan ventajas a los medios hegemónicos por encima de los llamados “alternativos”, contribuyendo a la consolidación de un statu quo.

A manera de paralelo y para dimensionar las diferencias entre censura y censura indirecta, los indicadores con los que la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) monitorea la libertad de prensa en el territorio de Colombia y que son construidos a partir de las definiciones de la Red Mundial de Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX), del Código Penal Colombiano y de las conductas violatorias de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, son los siguientes

[15]:

  • Asesinato
  • Asesinato durante cubrimiento
  • Amenaza
  • Herido en cubrimiento
  • Exilio
  • Secuestro
  • Trato inhumano o degradante
  • Arresto o detención ilegal
  • Obstrucción del trabajo periodístico
  • Atentado contra infraestructura de medios de comunicación


Estas amenazas a la actividad periodística son censura directa por su naturaleza evidentemente intencional y agresiva. Por medio del uso de la fuerza se pretende callar a los periodistas. Estos indicadores son medidos únicamente cuando se demuestra que las acciones tuvieron móviles directos relacionados con el oficio periodístico.


1.1.1 La autocensura indirecta

La autocensura es también una “nueva forma de censura”, pero en determinados contextos tiende a agravarse y tomar fuerza. La autocensura es también una forma de censura en cuanto se convierte en un mecanismo de defensa que obedece a presiones ajenas al individuo o al medio.

Al interior de los medios de comunicación se han generado nuevas dinámicas periodísticas que han llevado a que se presenten igualmente nuevas formas de censura sutil. “La opinión de los columnistas no expresa la posición editorial de este medio” es una afirmación que suele aparecer en las páginas editoriales de los periódicos. Pero cuando los columnistas o periodistas de opinión escriben planteando posiciones que no convergen con la posición explícita o implícita, declarada o no del medio, corren el riesgo de sufrir otras formas de censura, que paradójicamente son llevadas a cabo invocando el mismo principio de libertad de expresión junto a los principios de libertad de empresa.

En Colombia se han presentado varios casos que obedecen a esto. Los más sonados de el último año, el de Claudia López sacada de el Tiempo, diario oficialista de circulación nacional, después de una columna en que hablaba de manera crítica de algunos manejos de información por parte de periodistas del mismo medio; y el de Javier Darío Restrepo, cabeza visible de la ética periodística en el país que fue retirado de las páginas editoriales de El Colombiano, diario conservador regional, por su secuencia de columnas de posición crítica frente al gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez. Los dos casos fueron relevantes, pero van acompañados de muchos otros similares de periodistas que por escribir en contra del establecimiento o a favor de temas espinosos como la penalización de la dosis mínima o la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo se han convertido en blanco de las críticas despiadadas de las supuestamente aplastantes mayorías y de las hegemonías sociales e ideológicas de la sociedad colombiana.

Este ejemplo sólo para ilustrar cómo las nuevas formas de censura han llevado a que incluso un medio autocensure a sus voces opinadoras que cumplen con la función de generar opinión y debate en los distintos círculos de la sociedad sobre lo público, pero también cumplen a su manera con la función de informar. Cuando esos medios han decidido asumir como propias causas del gobierno de turno, o por lo menos causas ideológicamente afines con las mayorías, es cuando más sufren los periodistas que, tanto en las secciones informativas como en las editoriales deciden hacer cubrimientos o tomar posiciones críticas y disidentes. Todos hacen uso de la libertad de opinión como precepto fundamental, pero todos parten de interpretaciones completamente diferentes acomodadas a sus intereses particulares, en algo que es de interés público.

La existencia de nuevas formas de censura, o de censura sutil o indirecta no implica que la censura directa ha desaparecido ni se ha transformado. Esta desaparición sólo se ha dado con la censura gubernamental. Este hecho marca una necesaria disminución en los casos de censura pero no su completa desaparición. Las distintas formas de censura coexisten en el contexto actual, en algunos casos de manera independiente y en otros de forma paralela.

Continuará....


[1] “Rastrilladores de estiércol” fue un calificativo puesto por el presidente Roosevelt y con el cuál se conoce a los periodistas de investigación.
[2]http://www.worldsummit2003.de/download_en/WSIS-CS-summit-statement-rev1-23-12-2005-es.pdf “Mucho más se puedo haber logrado” Declaración de la sociedad civil sobre la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. 18 de diciembre de 2005.
[3] http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/0013.pdf DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.
[4] “Los medios y la mediación: Una perspectiva desde Colombia” REITZEL, H. U. en Papel Político. Bogotá. Nº 12 marzo de 2001. p. 79
[5] Ibíd. p. 83
[6] Ibíd. p. 84
[7] http://www.censuraindirecta.com/ Página del colectivo Censura Indirecta. Consultada el 13 de noviembre.
[8] http://www.censuraindirecta.org.ar/ página de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), área de trabajo por la libertad de expresión. Consultada el 4 de noviembre.
[9] “la papa” se refiere a todo tipo de necesidad económica básica.
[10] http://www.censuraindirecta.com/web/articulos/publicidad-oficial
[11] EL PRECIO DEL SILENCIO: ABUSO DE PUBLICIDAD OFICIAL Y OTRAS FORMAS DE CENSURA INDIRECTA EN AMÉRICA LATINA. Buenos Aires: Asociación por los Derechos Civiles; New York: Open Society Institute. 2008. p. 9-12.
[12] http://www.lasillavacia.com/
[13] http://www.censuraindirecta.com/web/articulo/colombia/colombia--publicidad-politica-investigada-en-el-valle consultado el 14 de noviembre de 2009
[14] Ibíd.. p. 12-13
[15] http://www.flip.org.co/secciones/rap/definicion.html Fundación para la Libertad de Prensa. Definición de indicadores. Consultada el 12 de noviembre.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Noviembre

Noviembre me suena a negación. Se me hace un mes lúgubre y gris. A algunas personas les gusta eso, otras sencillamente no lo ven así, pero a mi no me gusta, definitivamente noviembre es un mes que se me hace extraño, pero no ajeno.

Noviembre se me antoja como una película de Tim Burtom. No sabría decir porque, pero lo veo como un mar frío, oscuro, de vida somnolienta y antártica. Es mes de muertos, de pleitesías y arrepentimientos. Mientras en las emisoras me hacen sentir que estoy llegando ya a semana santa (porque desde septiembre se siente que viene diciembre) la gente comienza a correr cada vez más rápido. Trabajos finales, últimos exámenes, últimos balances, y todo para poder llegar a diciembre. Noviembre me sabe a tierra. Me sabe a Armero y a Palacio de Justicia El año termina en noviembre, diciembre es un mundo distinto, no digo que sea el comienzo del próximo.

Noviembre. Huele a despedidas, a cierre de cuentas, a preparación pre-locura-decembrina. Noviembre es azul oscuro y se escucha a soledad y silencio.

No diré más. Las palabras no me salen, no quieren, no saben, simplemente tenía ganas de teclear algo. Tengo muchos recuerdos y momentos en la cabeza, y no se a donde pertenece cada uno. Ha quedado claro que no me gusta la palabra noviembre.