jueves, 11 de junio de 2009

Eleázar, una “crónica de barrio”

Las palomas han volado y han dejado el llanto,
no queda más remedio que seguir gritando,
es tanto el odio que se impuso en este canto,
y en todo mi discurso hablo, me lamento, me pronuncio mientras lloran y al final
todos callan.
Las palomas han volado y han dejado el llanto
Mr Break

Lo encuentro sentado en un columpio. En sus piernas el Nuevo Testamento acompañado de una cartilla católica y un lapicero en la mano derecha. Mientras respondía en la cartilla basándose en el pequeño libro azul, me esperaba Eleázar Hernández al frente del Museo Cementerio San Pedro, en el parque infantil que queda casi debajo de las vías del metro, entre las estaciones Universidad y Hospital.

- ¿Qué estás haciendo? -pregunto para entrar un poco en confianza.
- Estudiando- Me responde.

Mr. Break, como es conocido en las calles y como le gusta que lo llamen, es una de las figuras de la calle de la ciudad, es un trabajador urbano que vive de la cultura hip-hop, de bailar, cantar y “llevar sus mensajes” en los buses urbanos que transitan diariamente por las calles de Medellín.

Tiene 29 años, es de baja estatura y piel blanca. Su “pinta” no es la más común ya que está lejos del estereotipo de rapero suntuoso. Tiene sudadera y camisa blanca, una boina café muy rayada de lápiz y lapicero que apunta hacia atrás a la derecha, tenis gastados por el uso, unas gafas grandes y transparentes que le ocupan la mitad del rostro, un pequeño bolso verde con muestras de Graffiti a escala y toda una historia a sus espaldas.

Eleázar es de Medellín, su casa queda en el barrio Popular Número Dos. Allí vive con su mamá y dos de sus cinco hermanos. Tiene dos hijos, de 5 y 7 años respectivamente, pero no vive con ninguno de ellos. “Es más importante que un niño crezca con su madre”, dice, haciendo alusión a la manera como creció él, ya que su padre no vivía con ellos: “Dejó a mi mamá por otra que le quitaba mucho más”. Su padre murió un 31 de diciembre debido a la explosión de una olla a presión que contenía pólvora y se estaba calentando.

Su historia dentro del hip-hop comienza en la década de los 90’s, cuando aún era un niño. Ha intentado, de manera paulatina, incursionar en los cuatro elementos del hip-hop: rap, graffiti, beatbox y breakdance. A este último se debe su nombre artístico, dice que es un talento que Dios le ha dado.


***

Mr Break no terminó nunca su bachillerato, “malas amistades” se interpusieron en su camino y no pudo pasar del grado séptimo.

“Yo tenía un compañero con el que me mantenía, y pasaba más tiempo en la casa de él que en la mía porque allá había más comodidades. Algún día él tuvo un problema con otro compañero, entonces el problema también era conmigo. Eso creció, yo quise agredir al otro y después nos quisieron cobrar esto. La navaja no era mía, era de mi compañero, pero me querían cobrar a mí. Un día fueron los milicianos -nombre que utilizaban para hacer referencia a los paramilitares de la zona- que eran los que celaban el colegio y me sacaron de manera muy agresiva del salón, me llamaron por mi nombre y me cogieron del pelo, me tiraron afuera y si no pongo las manos me revientan la cara. Me llevaron para el baño a reclamarme la navaja, pero yo no la tenía. A mí me dio mucho miedo volver a la institución. El rector se dio cuenta de todo y me dijo que volviera, que él se hacia cargo. Yo le respondí que él por fuera del colegio no iba a poder hacer nada”.


***

Eleázar habla siempre como cantando. Su acento se podría ubicar dentro de lo que se suele asociar con el dialecto de los barrios marginados y populares, además está acompañado de una musicalidad dada por las acentuaciones al final de cada frase.

A través de su historia se cuenta el desarrollo del hip-hop en Medellín. Antes de 1997 había muchos guetos: los MC (Master of Ceremony), los “graffiteros”, etc. Entre éstos existían conflictos territoriales y de poder, “como en los Estados Unidos”. Según lo que cuenta Eleazar, eran conflictos de pandillas, que llegaban en muchas ocasiones a agresiones verbales y físicas. “En el 97 eso bajó, yo no sé porqué. Luego, cómo en el 98 volvieron a surgir grupitos, pero ya no había conflicto”, dice mientras recuerda. Desde entonces esos grupos que antes se mantenían en constante disputa trabajaron juntos: mientras unos “hacen ruidos” otros improvisan, al mismo tiempo el breakdance y el graffiti van tomando forma.

El hip-hop es toda una cultura mediante la cual se manifiestan las realidades de zonas vulnerables de ciudades tan grandes como Nueva York y otras que no lo son tanto como Medellín. Las letras tienen alto contenido social, político y cultural. Esto me llamó la atención la primera vez que hablé con Eleázar. Se montó en el barrio Prado a un bus que se dirigía al municipio de Barbosa. Yo ya lo había visto en esas mismas circunstancias, pero siempre trabajaba con alguien más. En esa ocasión estaba solo.

¿Qué realidad percibe Mr Break? “Unos quieren y otros no quieren creer. Historias de barrio, en el infierno en vida se ven rostros condenados. Días tan frecuentes como lo son las muertes. A falta del dinero la injusticia al inocente. Creyendo en la suerte para cambiar el ambiente, pues del pobre es el anhelo de que algún día abunde el billete. Soñar no cuesta nada es una frase a repetir, pero el tiempo no da espera mientras sueñas con seguir” recita Eleázar una de sus letras, de esas que se sienta a componer por las noches, y termina “si aprendiéramos de nuestros errores otras serían las crónicas de hoy”. Los barrios están llenos de circunstancias conflictivas, ambientes que forman a las personas que crecen en ellos, esto piensa Eleázar. Sueña con que en algún momento esos ambientes cambien, “que los niños jueguen en los parques y no fumen por ahí”, que la gente en los barrios viva mejor, “que haya mejores alternativas de trabajo porque talento hay mucho, pero solamente invierten en el talento de los que no necesitan”, dice.

A Eleázar no le importa el dinero, dice que si hay suficiente para sostenerse no necesita más y que a pesar que es su fuente de empleo, el hip-hop es por encima de todo un arte.

Son cerca de las dos y media de la tarde y el sol es brillante. Eleázar no ha almorzado, pero me dice que cuando termine conmigo va a ir a conseguirse lo del almuerzo y lo de la tarjeta prepago de la luz de la casa. No sostiene a su familia, aunque si le colabora a sus hijos y a su madre. Además cuenta que lo han invitado a hacer grabaciones pero no ha querido porque no quiere que lo suyo se vuelva algo simplemente comercial.

La gente no se presta

Aprender a cantar era el último de los cuatro elementos que le faltaba, fue el que más tiempo le tomó. Su vida está en cantar y bailar, esta en el hip-hop, eso dice él. Mr Break piensa que los cuatro elementos deberían permanecer siempre juntos, pero “la gente no se presta” y hay muchas rivalidades.

“El 21 de mayo que yo cumplía años enterramos aquí al frente (Museo Cementerio San Pedro) a un compañero. Unos momentos antes de que lo mataran me estaba buscando problema porque estaba bajo efectos de alguna droga. Yo no le quise poner cuidado y me fui, cuando volví me dijeron que lo habían matado. Le busco problema a otro que no fue capaz de aguantárselo y ese le dio dos puñaladas.

"Cuando lo estábamos enterrando, una hermana mía que también canta y yo le hicimos un pequeño homenaje, cosa que no hicieron los amigos del combo de él. Le cantamos ‘no lo lloren, déjenlo partir. De que vale que si ya esta muerto y no lo pueden revivir’”.

Eleázar reconoce que también es consumidor, de marihuana y de perico. El año pasado, dice que antes de diciembre porque no recuerda la fecha, fue detenido por portar, según el informe oficial, cuatro gramos de perico y dos bolsas de marihuana, más de la dosis mínima permitida. Él dice que en realidad lo que tenía era “un pase de perico y un bareto”. A pesar de ello goza del beneficio de casa por cárcel. Dice que la juez fue justa y se dio cuenta de que él le decía la verdad, que él no tenía ni siquiera cerca de la dosis mínima, que eso se lo había anotado el policía cuando hizo el informe.

Eleázar es portador de una fe fuerte. En sus palabras siempre está presente Dios, y en este caso dice que gracias a él fue que se hizo justicia. También dice que Dios le da lo que necesita, no más y no menos. Mientras hablamos hace varias veces el mismo gesto, señala hacia arriba mientras mira hacia el vacío. Siempre lo menciona en sus letras. En su cuello cuelga una camándula café que le llega hasta la mitad del pecho, muestra de la confianza que dice tenerle. Junto a ella un collar de similar longitud, al final de éste un accesorio plateado con la forma de medio corazón.

A pesar de sentir que puede ser explotado -y contradiciéndose un poco- tiene el sueño de grabar un CD, por lo menos para regalarlo a las emisoras, por eso de no querer volverse comercial. Ganar dinero solamente para montar un estudio de grabación y allí seguir haciendo sus trabajos. “El hip-hop corre por mis venas”, dice lleno de convicción.

Allí, en el vaivén de los columpios me regaló parte de su historia. Sacó muchos de sus demonios porque historias hay para contar, y para cantar. Me despido de él con el profundo respeto que me inspira. Él se acerca a un grupo de personas que están cerca, después de eso seguramente irá a trabajar, a cantar y “hacer ruidos”, a seguir llevando los mensajes que quiere que la gente escuche mientras consigue lo necesario para almorzar.

2 comentarios:

Julio C. Londoño A. dijo...

Esta muy buena la crónica. Hubo un momento en que te metiste, me pareció que mucho, "Esto me llamó la atención la primera vez que hablé con Eleázar". Pero me gustó. Sobretodo cuando dice que si no cometieran los mismos errores otros serían la crónica, que genial eso jajaja. Un saludo.

Potter dijo...

Interesante estilo de cronica...
Como no entré en contexto me costo un poco algunos detalles de los personajes, pero a decir verdad... muy bien!

Un abrazo