domingo, 2 de enero de 2011

Secuela de Un mundo para vos

Quiero aclararle al lector curioso, perspicaz y confabulador que, así como ese mundo fué imaginado, es posible que la persona a quién de manera prohibida iba dedicado sea objeto del deseo y no tenga rostro, ni piel ni huesos. No todo es como parece.

Mientras leías el mundo que mis letras habían inventado para vos deseabas que existiera, y deseabas estar en él. No sé si ese deseo me incluía, supongo que ni siquiera vos lo sabes. No sólo querías estar ahí, sino que lo querías "ya". Eso me hace pensar que en efecto, el mundo que yo imaginé se ajusta a tus medidas, o por lo menos a tus necesidades, a lo que yo creía que necesitabas. Pero no se construye nada desde el deseo, que no es menos que la mejor materia prima existente, la mejor maquinaria que cualquiera podría tener para construir mundos posibles. Construí ese mundo, pero lo hice de letras, indelebles y frágiles, y la brisa más pequeña o el menor de tus desaires podría derrumbarlo en menos tiempo del que necesitó mi mano para hacerlo tipografía.

Con letras se construyen mundos imaginados, (A veces también mundos reales, pero estos se reconstruyen, se recrean, o se reeditan) con susurros pueden hacerse posibles, pero sólo con la disposición de los sentidos, con la "mano de obra" de la voluntad puede un mundo imaginado, un mundo posible, convertirse en realidad.

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