viernes, 11 de diciembre de 2009

Mentir, ocultar o callar... formas de censura indirecta (III)

3. Alternativas libres de censura


De la misma forma en que existen nuevas formas de censura -no queda claro que tan nuevas son-, existen nuevas formas de ver y de hacer periodismo. La llamada era digital y las TIC’s (Tecnologías de Información y Comunicación) abren diariamente alternativas diferentes para la transferencia de información que, dentro de los términos de la legalidad, van librándose del fantasma de la censura.

El periodismo amateur en la era digital se realiza utilizando medios que cada vez están son más accesibles para las personas. Los blogs son quizás la forma más sencilla de publicar información sin más limitación que la de las leyes y la de la propia conciencia. Decir lo que se piensa libremente en ciertas circunstancias puede terminar representando amenazas para la integridad física o moral, sin embargo estas nuevas opciones ofrecen posibilidades de privacidad que si bien no son infalibles, por lo menos si tienen un grado de seguridad considerable.

Las redes sociales como Facebook también han adquirido importancia. Se ofrece la oportunidad de estar informando minuto a minuto sobre un hecho con la única limitación del espacio –que podría considerarse otra forma de censura-. Las redes sociales permiten enviar información rápida y eficazmente a un gran número de personas, y tiene la característica y potencialidad de la retroalimentación.

Los nuevos equipos de tecnología celular, debido a sus múltiples funciones y a su versatilidad ofrecen también la posibilidad de capturar audio, imagen o video en cualquier momento, también permiten procesar texto y enviarlo al instante. Esto redefine las técnicas tradicionales de reportería, al punto que varios medios han abierto espacios para “reporteros urbanos” que no son más que los mismos lectores.

Habría que entrar a discutir hasta que punto estas prácticas se puede considerar buen periodismo, hasta que punto son éticas y hasta que punto nuestras sociedades están preparadas para la revolución mediática que esto puede representar. Lo que es seguro es que alternativas a los medios tradicionales, hay, y estas alternativas así como tienen limitaciones particulares como la inexistente o escasa posibilidad de financiación y lucro, también tienen considerables ventajas ajenas a otros tipos de medios.

CONCLUSIONES


La era de la información, como se ha dado en denominar nuestros tiempos, trae consigo nuevos retos y facilidades a los medios de comunicación y al periodismo contemporáneo, y en una sociedad históricamente inestable en que cada día se configuran conflictos nuevos, o se desatan otros antiquísimos, la información se convierte en un bien fundamental de interés público.

Más allá de las concepciones filosóficas y filantrópicas que dan a los medios papeles casi “superheroicos”, la información se ha convertido en un objeto de pugna entre distintos actores, principalmente los estados. La democracia que tanto se pregona en el mundo actual no puede entonces estar desligada de una opinión pública libre formada por una prensa igualmente libre que ejerza una función controladora permanente. Al desarrollar esta función se afectan intereses particulares que responden de otras formas. La prensa no tiene armas, no tiene poder financiero importante, sólo tiene ejércitos de periodistas buscando cosas para contar de acuerdo a unos intereses que siempre encuentran contrapartes.

Las contrapartes atacan, las contrapartes acallan, las contrapartes secuestran o matan, las contrapartes no saben lo que es el bien público, las contrapartes censuran. Pero cuando las contrapartes no pueden censurar, entonces compran, venden o permutan conciencias, ponen cuotas de publicidad y quiebran a los pequeños medios, solo por mostrar otras visiones, solo por mostrar que los héroes no existen.

Las formas de censura indirecta, aquellas que llegan como un amante silencioso que oculta su puñal en la espalda, aquellas que no dejan huella pero si cicatriz, aquellas que no pretenden callar sino “recomendar” o “sugerir” son el pan de cada día de quienes han decidido dedicar su vida a las fuentes, las letras, la actualidad, la información. Porque lo más duro de ser periodista no debe ser ni siquiera el sueldo, sino que no te dejen decir lo que quieres y debes decir.

La sociedad tiene un gran reto con la prensa para considerarse plenamente democrática, y es garantizar su ejercicio libre y el pluralismo de visiones, enfoques e ideas. “La restricción de la información libre es extremadamente perjudicial porque allí está uno de los factores decisorios de la concentración del poder”
[1], entonces mientras no se garanticen los derechos consagrados al respecto, el poder mantendrá sus vicios.

Los medios no se pueden callar frente a este tipo de comportamientos. “Cada medio de comunicación debe comprender que la libertad de expresión es indivisible y si las censuras iniciales se limitan a la radio, a la televisión y a algunos sectores de prensa escrita, tarde o temprano se extenderán a toda la prensa, a toda la obra impresa y a todos los demás medios informativos”
[2]. Todas las formas de censura van en contravía de los principios de las sociedades contemporáneas. “De todos modos, son los estados los que tienen el deber fundamental de respetar y garantizar efectivamente el pleno ejercicio de la libertad de expresión”[3] y la sociedad civil en su conjunto debe reclamar que estas garantías constitucionales e internacionales sean cumplidas a favor de una sociedad más pluralista y abierta, una sociedad con restricciones al poder, una sociedad dónde los medios y la información de verdad sean de interés público.

Colombia y toda América Latina tienen una gran deuda a nivel internacional. Si bien no existen sociedades en las que las formas de censura hayan desaparecido por completo, si deben emprenderse acciones directas para la disminución de este tipo de violaciones a los derechos humanos. Pero el caso colombiano ofrece una particularidad, y es que para lograr mejorar estas condiciones es imprescindible encontrar una salida al conflicto interno armado, de lo contrario, mientras haya confrontación bélica la prensa se verá reducida a “mandadera” del poder.


[1] LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA. 25 AÑOS. ITINERARIO DE UNA HISTORIA. SUÁREZ, Jesús Aníbal y otros. “Informe sobre el derecho de informar y ser informado: delitos de opinión y censura a los medios de comunicación en Colombia” GALÁN, Luis Carlos. 1979. P. 68
[2] Ibíd.
[3] EL PRECIO DEL SILENCIO: ABUSO DE PUBLICIDAD OFICIAL Y OTRAS FORMAS DE CENSURA INDIRECTA EN AMÉRICA LATINA. Buenos Aires: Asociación por los Derechos Civiles; New York: Open Society Institute. 2008. p. 8

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