domingo, 10 de octubre de 2010

El que mucho abarca...

Estos fatídicos tres meses sin música[1] a causa de la disfuncionalidad de nuestra burocracia fueron paradójicamente uno de mis mejores momentos académicos en los últimos años. Me daba menos pereza leer, de hecho tenía más tiempo para leer. Leía en mi casa, y lograba entender alguito, lo que de por sí es una gran hazaña. Me acostaba relativamente temprano, para madrugar a las gloriosas, emocionantes y orgiásticas clases de 6 de la mañana de martes a viernes (alguien me dice que tengo “espíritu de obrerito”). De todas formas tenía que hacerlo, porque en un arrebato, y a causa de la ausencia de música provocada por la disfuncionalidad de nuestro sistema burocrático, matriculé 9 materias. Yo mismo aún no entiendo como una persona puede ser tan inconsciente, tan irresponsable, tan ingenua, como para matricular 9 materias universitarias al mismo tiempo como si nada, y en dos universidades distintas. Al final del semestre les contaré que tal me fue.

El caso es que por fin se está solucionando el problema musical, y pronto comenzaré actividades musicales de nuevo, y de local. Y desde ya estoy sufriendo las consecuencias. Este fin de semana he vuelto a mis archivos, listados de personas, partituras, audios, correos masivos, cartas conspiratorias. Y no he cogido un solo documento de esos que se supone debería leer, sobre todo teniendo en cuenta que retomo después de unas medias vacaciones universitarias impuestas a mitad de semestre. La pereza ha hecho que prefiera sentarme a escribir cualquier cosa sin sentido, a ponerme a descifrar sociólogos alemanes que escriben para sí mismos. Estoy seguro de que, en caso de coger un documento, al tercer párrafo ya tendría alguna cancioncita dándome vueltas (como las que da una moto en una rueda “de la muerte” en un circo (donde todo lleva el apelativo “de la muerte”)), y hasta ahí sabrá llegar la lectura.

Este semestre se está yendo rápido, muy rápido, tanto que me quedó difícil seguirle el paso y hace rato me viene dejando. Como cosa rara, tocará terminarlo a las patadas. Música, más semestre especial, más semestre normal, más un par de viajecillos inaplazables, más un par de compromisos dizque etílico-amorosos (en realidad sólo etílicos), más celibato involuntario = Nada. No va a pasar nada, no voy a colapsar, aunque seguramente andaré ansioso, nervioso, apresurado. Y será peor sin un masaje relajante (ese sí amoroso) a la vista.

Queda claro algo, es difícil leer filosofía política, o literatura colombiana, cuando se quiere leer partitura. Es difícil leer partitura cuando se tiene que leer sociología o psicología. No terminaré haciendo bien ni lo uno ni lo otro. Porque como dice la sabiduría popular, en este caso muy sabia, “El que mucho abarca, poco aprieta”.


[1] Tres meses sin poder tocar en mi banda, la sinfónica de Barbosa por no tener director contratado, a mitad de año y con todos los festivales transcurriendo. De todas formas agradezco a la sinfónica de Girardota por haberme permitido estar eventualmente allá, descargando un poquito de todo lo que se le acumula a uno cuando lleva mucho tiempo sin tocar un instrumento.

1 comentario:

Lucas Vargas Sierra dijo...

Parce, te quiero. Que éxito. Que nota lo del circo de la muerte mortalmente mortuoria.

Yo por eso dudo que sea capaz de estudiar a estas alturas una carrera seria. La ventaja del periodismo es que cualquier pelele lo logra... y sí, que te vaya bien.

(Y a propósito, estás haciendo pinitos para ser interesante y misterioso. ;) )

¡Alegría!